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Llevo años sin ver las "noticias" de la TV, por salud mental. Pero, a veces, depende de donde esté, termino viendo algo. Ayer por la noche, en una tienda, tenían puestas las noticias y los dueños veían, con cara impertérrita, cómo cientos de miles de personas huían en caravana de sus hogares, por el ultimátum dado por los israelíes a la población de Gaza.
Hoy vuelvo a sentir la impotencia, el sentimiento de injusticia, la pena, viendo la manipulación descarada del drama palestino, igual que sentí en el caso de la invasión de Irak. Mismas mentiras, mismas justificaciones, misma falta de representación del oprimido pero contexto de todo tipo del opresor.
Soy Alejandro. Mi padre es palestino, nacido en Nablus (Cisjordania, territorios ocupados, donde estos días, y durante décadas, los colonos y militares israelíes están aprovechando para hacer pogromos: quemar casas, tierras y coches, echar a sus habitantes, sembrar el terror… y los medios, una vez más, callan… supongo que esperando a que algunos palestinos respondan, para decir que "ellos comenzaron").
Suele ser frecuente escuchar un “no pasa nada” acompañado del llanto de un niño, o más bien es esa frase y otras del mismo tipo las que siguen al gemido de dolor, ya sea físico o psicológico, del pequeño. Es como si los adultos supieran lo que siente el niño en ese momento, y sus palabras de consuelo realmente fuesen de desaliento, ya que pretenden negar ese dolor.
Los tuareg son nómadas, libres, sin dueños, sin ataduras, sin apegos... son un pueblo de apenas 3 millones de individuos.
Profesan el islam y aman el silencio, la naturaleza, la familia: no tienen nada por lo tanto lo tienen todo.
Son los señores azules del desierto y los amos de sus vidas.