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En diciembre de 1990, Carlos Menéndez dio una charla, muy especial para él, a padres y educadores de personas con discapacidad intelectual, en la que se recogía gran parte de su discurso.
La transcripción de aquella charla apareció publicada en el Boletín de Información Sustraia nº 5 de Abril de 2002, y aquí la reproducimos por su gran interés. Es cierto que este documento tiene más de 20 años, pero poco o nada a mejorado nuestra sociedad respecto a la sexualidad (diría que, en algunos casos, ha ido a peor):
Esta charla está dirigida a vosotros: padres y educadores de personas con discapacidad. Es importante que las dificultades de comunicación con vuestros hijos se superen, porque muchas veces no os entienden debido a que sus impedimentos psicomentales no se lo permiten. Es cierto que en este aspecto nuestros hijos son normales, es decir, sólo hay un tipo de sexualidad. Hay que decir que sexualidad es la capacidad que las personas tenemos de ser placenteras, todas las personas, sin excepción; no hay una sexualidad del niño, ni una sexualidad de la persona con discapacidad, ni una sexualidad del joven, ni del anciano, ni una sexualidad del adulto. Hay sólo una sexualidad. El ser humano es una persona capacitada para ser placentera. Lo que igual hay que diferenciar es la sexualidad de la genitalidad. Estamos viviendo en una sociedad donde se nos vende un tipo de sexualidad, reproductora. No vamos a negar que no haya posibilidad de utilizar el aparato reproductor para buscar campos de placer, pero hay que decir bien claro que ésa no es la única sexualidad. Me gustaría después de dejar esto claro, analizar conceptos para ver dónde está la sexualidad, qué es la sexualidad. Esa capacidad de ser placenteros que quiere decir, cómo la estamos viviendo, qué condicionantes están influyendo.
Yo tendría que decir que vivimos la sexualidad desde dos planos distintos:
Vamos a empezar analizando dónde estamos viviendo la sexualidad. Estamos viviendo en una sociedad machista y yo aquí analizaría cuatro conceptos que me parecen importantes, no porque no haya muchos más, pero hay cuatro que inciden directamente en nosotros:
En principio, es una sociedad mercantilista del sexo: se nos ofrece carne humana en forma de mujer. Se nos vende un prototipo de sexualidad conflictiva, prototípíca y que no responde a la realidad. Yo estoy seguro que a todos vosotros, si os ofertara que me propusierais un modelo de mujer guapa, posiblemente todos me diríais lo mismo, que es una mujer de más de 1,70 cm. de altura y con un cuerpo proporcionado en las medidas de moda. Pero este tipo de mujer anormal, que no corresponde con la realidad de la mujer, que casi no existe, nos la hacen creer como la mujer prototípica, con lo cual se empieza a admitir lo que llamaríamos una esquizofrenia social. Una esquizofrenia que no es patológica; ningún médico determina esta doble personalidad que se le hace creer a la mujer. Se le vende por un lado una imagen y luego se exige otra, ahí la mujer hace un doble juego, una cosa es lo que ella cree y otra es lo que se le oferta. A mí me parecería genial, si la mujer se arreglara, se vistiera a la moda, se pusiera guapa, porque ésa sería la verdadera expresión, ponerse guapa, ya que todas las mujeres lo son, pero si lo hiciese por ella. El problema es que no lo hace por ella, lo hace para que los demás digan que lo es, no creyéndose incluso lo que ella vende a los demás como algo suyo. Esta desidentidad de mujer hace que la mujer no se viva a gusto, que todas las mujeres se vivan carenciales, no gustándoles su cuerpo; las que tienen mucho pecho porque tienen mucho pecho, las que tienen poco porque tienen poco, o si no, no les gusta su barriga, no les gusta su culo, o le gusta ahora pero no cuando cumple años... no hay forma de que la mujer se guste a sí misma. Con lo cual hay una degradación que confirma los dos elementos de le sociedad machista que se potencia. Separar los sexos es una forma de divide y vencerás y de esta manera el interés por vivirse placentero pasa a un segundo término para dejar paso a la represión. Digo esto, porque si un hombre se acerca a una mujer y le dice guapa, sólo caben dos alternativas: o aquí viene un hombre mintiendo que viene a abusar de mí o, la otra alternativa, que hay un tonto que piensa lo que yo no pienso de mí.
Esta esquizofrenia social que la mujer padece y que en el fondo es una despersonalización de ella, creo que es uno de los condicionantes más serios. Obliga a la mujer a entrar en el campo del mercado desde la competitividad. Ya no oferta lo que ella cree, sino que se oferta en un marco en el que ella no cree, donde no tiene garantías, no tiene seguridades, situándose más en referencia a los demás que en sus propias referencias. Ojalá la mujer se gustase. Pero puesto que la belleza no existe, no hay más concepto de belleza que el funcional. Todos estaríamos de acuerdo en que no se nos ocurriría decirle a un ciego: "¡que ojos más bonitos tienes!". Está claro que lo que interesa es la funcionalidad, y no entiendo por qué no lo aprovechamos. Realmente no hay más belleza que la mía, como no hay más vida que la mía, como no hay más mundo que en el que yo vivo. Mi mundo nace cuando yo nazco, muere cuando yo muero y fuera de mi no hay más mundo y puesto que ésta es mi realidad por qué pensar que la estética es algo fuera de mí. Yo soy la estética porque yo soy lo que valgo.
El segundo aspecto e destacar es que estamos en una sociedad opresora del comportamiento. Se nos hace creer que hay un tipo, un modelo, un prototipo de relación sexual, que es la del pene o pito en vagina, parece que no hay más sexualidad que la de un pene o una vulva.
Vosotros, padres y educadores de personas con discapacidad, quizá no os estéis dando cuenta que en aras a este matiz estamos prohibiendo a nuestros hijos-alumnos, a aceptar una parte de su cuerpo en función de algo tan concreto como es la reproducción. Nuestras hijas o hijos minusválidos, no pueden entrar en el campo de la competitividad, porque si ya es marginal la mujer guapa porque no se gusta, más aún la mujer que no tiene recursos ni posibilidades, porque ni siquiera tiene referencias al modelo que se oferta. En este segundo aspecto, esta sociedad represora nos hace creer que sólo existe la relación reproductora y que la sexualidad no existe y es aberrante. Yo quiero matizar aquí que la sexualidad no es reproductora. La sexualidad tiene otros matices diferentes al de la reproducción. Si la sexualidad fuese reproducción, no cabe duda, que sería injusta, habría roles, el del macho y el de la hembra. Pero si realmente la sexualidad es de la especie humana, no puede haber las diferencias tan notables que hay, que dos personas vayan a jugar, se lo pasen muy bien, y una se pueda marchar tranquilamente y la otra, a los nueve meses tenga que coger la responsabilidad, quizás para toda la vida, de ser madre de una criatura que posiblemente en ningún momento cuando se puso a jugar, ni lo pensó, ni lo esperó, ni lo quería.
Pienso que esta sexualidad, que además desde la relación penetrativa no da ninguna garantía a la mujer de asegurarse una relación placentera, lógicamente, ya no es defendible. La sexualidad es la capacidad de ser placentero, no la capacidad que tiene la mujer de quedar embarazada como se descuide cada vez que juegue con el hombre. La sexualidad es la capacidad que tiene la persona de ser placentera, la persona, no el macho, lo que pasa es que desde un modelo falocrático, el macho, que es el que dice que goza, es el que tiene el poder sobre la hembra al poderla penetrar o embarazar. Por eso insisto, que esta sociedad nos vende un modelo de rol y un modelo equivocado, por eso digo que es una sociedad opresora del comportamiento que no tiene que ver nada con la realidad. No prescindo de que la pareja quiera jugar al genital, yo no me opongo a eso, sino que digo que pensar en una sexualidad exclusivamente genital-penetrativa, no cabe duda que es un error y no es la sexualidad. Se puede jugar de muchas maneras, lo que ocurre es que se nos ha vendido una sexualidad en que todo lo que no es penetrativo es aberrante; y llamo penetrativo a la relación exclusiva de pene dentro de vagina, porque otro tipo de relaciones como puedan ser las relaciones buco-genitales, o las relaciones anales... o las diferentes maneras de ser placentero que no sean reproductoras, en esta sociedad están tratadas como aberrantes.
El tercer aspecto que me interesaría plantear es la falocracia. Esta es una sociedad machista que llevo al hombre a la falocracia y habría ya que evitar la palabra machista porque una sociedad hecha por el hombre jamás plantearía la falocracia. La falocracia se plantea desde el poder, que no es machista, y siempre que una mujer ejerce cargos de poder, ejerce el poder del poder y se la llama hombruna. El ejemplo sería la Thatcher, la mujer de los testículos de acero, o Golda Meir (peor que el peor dictador o presidente) o Indira Gandhi. Tenemos que decir bien claro que ése no es el poder del macho, es el poder de la sociedad del poder, que es diferente. Aquí quien ejerza el poder tendrá la mismo actitud, lo que ocurre es que como hasta ahora han sido los hombres se la hemos atribuido al macho, aunque no tenga nada que ver con él.
¿Qué es la falocracia? La palabra misma lo dice, "falo" que es pene y "cracia" que es poder. Al hombre se le vende desde muy joven la importancia de su pene, unas veces hablando de su tamaño, otras de su fuerza, otras de su potencia, pero todo relacionado a su pene erecto, haciéndole creer que no hay más sexualidad que la de un pene, negándole toda la capacidad placentera que tiene el resto de su cuerpo. Se le obliga a que toda su sexualidad pase por una cosa tan pequeña, por el mero hecho de que en función de su excitación es posible o no la reproducción. El pene es un aplicador y tiene que arrojar lo más cerca posible el semen en la vulva para que pueda empezar el proceso de fecundación. Este aplicador es importante como reproductor simplemente, pero al hombre se le hace creer que es todo el poder de su sexualidad. Esto es mentira, no es verdad, y lo que hace es crearle angustias, es hacerle creer al hombre que como se le pone el pene erecto no debe tener otro modelo de comportamiento sexual, por eso busca una mujer para poder introducir, y cuando más deseoso está de ser placentero llega el orgasmo y el hombre pierde todo interés por el objeto deseado. Junto a eso, al hombre también se le educa y se le dice que tiene que ser duro, que el hombre no llora. Así el hombre no puede hablar de la desgracia de su sexualidad, no puede decir a su compañera que él, lo que desea, es llegar a casa y poder estar con ella, y que cuando más la desea, eyacula y se le quita el deseo.
Esta tragedia permanente del macho, a su vez, no le permite cambiar el concepto de educación y cultura, porque también al hombre se le vende y se le comercia como ocurre con el cuerpo femenino. Como no hay mujeres guapas porque no existe el prototipo, que a él también se le ha vendido, el se ha casado con la que menos desagradable le ha resultado. Lo vive mal, cree que algún día encontrará a la mujer de la fantasía, la que le va a permitir ser placentero, sin tener que acabar, sin términos, sin fin. Esta fantasía sexual está muy arraigada en el macho, con lo cual es muy difícil criticar, analizar o discutir y enfrentarse con esta mediocridad que es la sexualidad del pene erecto, de excitación y eyaculación, negando el resto del cuerpo como un elemento placentero, comunicativo. Al hombre no se le permite, desde la falocracia, más comunicación que la de un pene dentro de la vagina.
El cuarto aspecto que quiero resaltar es una sociedad que impide a la mujer ser sexuada. En esta sociedad se educa a la mujer para que no sea sexuada, para que su elemento más importante sea la maternidad y no el ser mujer. Desde muy pequeña la niña es educada para que no mee en la calle, no enseñe las bragas, no juegue con su cuerpo, no juegue con los niños, que se controle en la adolescencia, cuando tiene novio tiene que tener cuidado para que no lleve a casa el paquete, y cuando se casa, le cae el paquete. No está compartiendo, ni está sintiéndose mujer, ni está ofertando su cuerpo, su comunicación, su ternura. No en aras de su sexualidad sino en defensa del argumento más terrible que esta sociedad oferta a la mujer, que es la dimensión de ser madre, negando la dimensión de ser persona, de ser, mujer. Esto es tan terrible que una mujer que, en teoría, tiene su cuerpo preparado para cuando ella quiera ser madre, nunca va a obtener la garantía de esta sociedad para poder ejercer ese derecho de ser madre cuando ella quiera. De tal manera que a una mujer profesional, libre, soltera, que decida tener un hijo, si no está casada o tiene una pareja medianamente estable, la sociedad no le va a permitir quedarse embarazada. La sociedad nunca le permite a la mujer la capacidad de ejercer ese derecho que tiene de ser madre al margen de quién y cómo. Todo ésto debido a una sexualidad injusta, porque cada vez que la mujer no tiene macho y no es elegida, no tiene derecho a ejercer la capacidad que ella tiene como ser humano de jugar con su sexo. Esto nos caracteriza y nos marca y nos crea elementos de dependencia que nos va a hacer dificultosa la comunicación. Este sería el contexto en el que estamos viviendo la sexualidad.
Cuando el hombre juega a este tipo de sexualidad, al falocrático, su sexualidad está dependiendo del falo, ya no va a comunicar placer, la sexualidad no se convierte en un medio de comunicación sino que se convierte en un poder dependiente del falo. No va a compartir placer sino que va a preocuparse de que el pene se le ponga erecto, porque si no se le pone erecto comienza el problema. Esto hace al hombre plantearse una sexualidad angustiosa e insatisfecha. Así duda, no de su sexualidad sino de él mismo, que es lo grave, porque si dudara de su sexualidad aunque no pudiera hoy podría mañana. Pero es que esto pone en entredicho su propia identidad, esto hace que viva su sexualidad insatisfecha, desagradable y convierte su sexualidad en una sexualidad tiránica. De ahí que sean las mujeres las únicas que ponen los cuernos, los hombres nunca ponen los cuernos, son muy machos, tienen mucha potencia sexual y siempre necesitan. La verdad es que el hombre no permite nunca que la hembra le ponga los cuernos, porque como él vive una sexualidad tan mediocre piensa que sí la mujer tiene otras experiencias le va a dejar y se va a quedar sólo. En el fondo, se trataría de la frustración de esta sexualidad falocrática que pasa facturas caras, creando problemas al hombre y cuando por las circunstancias que sea, por cansancio, por estrés, por fatiga, por enfermedad... no se le puede poner el pene erecto cree que su sexualidad se ha acabado, que su vida es mediocre.
Por otro lado, a la mujer, este tipo de sexualidad la convierte en ansiosa e incierta. La mujer en este modelo no tiene, ninguna garantía de que su sexualidad sea placentera, no tiene ninguna garantía de que en el juego pene-vagina vaya a gozar, con lo que el placer no está en función de ella sino en función de su macho, que como dicen muchas "la espere o no la espere", si la espera igual es placentera, pero si no la espera (como se da en la mayoría de los casos en este tipo de personas) su sexualidad es un reposo, un dejar del pene del marido, del novio, pero en ningún momento es un campo de satisfacción para ella. Esto hace que se convierta en una sexualidad obsesiva y dependiente, cuando lo natural seria dar una alternativa y decir que esto es un juego de dos y si yo no juego nadie juega. La mujer se obsesiona, o bien, para desear ese placer que le han dicho que va a tener pero que nunca tiene, o bien para entrar en un campo abúlico, independiente, sin ningún tipo de interés, en función de cumplir solamente los contratos matrimoniales, teniendo una relación en función de él, no en función de su placer ni de su comunicación sexual. Esto la convierte en una sexualidad dependiente porque como tan sólo es capaz de esperar, el placer no está en función de ella sino de su pareja. Esto la convierte también en una sexualidad rivalista y posesiva, de hecho, toda mujer es su enemiga, debido a que cualquier mujer puede servir para su hombre y esto le crea un conflicto que le hace estar en rivalidad y convertirla en posesiva. "Encima de que yo no gozo, puede hacer gozar a otras". Esto es, desgraciadamente, una frase que se oye mucho en el mundo femenino que vive en pareja. El quinto aspecto es que se obliga a la mujer a tener una sexualidad competitiva y exclusivista, de tal manera que se vive muy mal cualquier campo de expresión aunque su sexualidad sea mala, es decir, el hecho de que aunque su demanda no sea para ella absolutamente nada placentera, lo vive como abandono, como exclusividad, como indiferencia.
Para trabajar sobre ello, plantearía cinco aspectos, que aún no siendo la solución, pueden ser muy importantes. Insisto en que son orientativos sobre lo que se podría hacer, nos servirían como cambio de actitud y al mismo tiempo ayudarían a nuestros hijos con discapacidad a mejorar su calidad de vida.
El primer planteamiento sería una búsqueda de nuestro cuerpo: hoy nuestro cuerpo es nuestro mayor enemigo. Una de las labores más serias que como educadores tenemos es la de educar a que no se tenga miedo al cuerpo, a que se utilice el cuerpo como mecanismo contra la agresión exterior, contra los miedos, contra las asperezas, contra aquellos elementos con los que no nos sentimos activos o colaboradores.
El segundo elemento importante sería liberarse de formas represivas. Lo que nos llevaría a una búsqueda del placer. Tenemos necesidad de búsqueda del placer, de encuentro con el placer, sin equivocar placer con genitalidad. Estamos hablando de placer, de la capacidad que uno tiene de sentirse a gusto, placentero, armónico consigo mismo.
En esa búsqueda de placer habría que resaltar, en primer lugar, que todo el cuerpo es igual. Estamos cargados de prohibiciones, tenemos partes prohibidas en nuestro cuerpo, hay unas partes bonitas, otras feas. Nosotros somos lo parcial, lo dividido, como si hubiera zonas altas, zonas medias, regulares, zonas malas y zonas prohibidas. Sólo tenemos una zona que es mi cuerpo, mi capacidad de sentirme identificado con todo mi ser, con toda la grandeza que supone vivir y estar vivo y gozar de esta vida, que desgraciadamente, parece que sólo nos acordamos cuando nos falta, cuando padecemos, cuando estamos enfermos. Por tanto, como estoy pretendiendo dirigirme a este mundo de la minusvalía, de la discapacidad, creo que ellos tienen derecho a recuperar todo su cuerpo, porque bastantes dificultades tienen, para que, además, nosotros les pongamos trabas a ese nivel. Hay que educarlos en la teoría de que todo su cuerpo es igual, con toda la libertad.
El tercer aspecto sería el saber que siempre hay algo que aprender. Hay que decirles que todas las experiencias son nuevas, que lo de ayer fue ayer y no es hoy, que lo de hoy es hoy y que hay que disfrutarlo y vivirlo con plenitud y mañana ya veremos. No cabe duda de que cada vez esto va a ser más posible, siempre tengo algo que aprender, siempre tengo algo que aportar.
Y el cuarto aspecto de esta búsqueda de placer sería el liberarme de formas que me impiden el dialogo. Es imprescindible olvidarme de las prohibiciones externas; "que si eso hace mal, que si sienta mal, que si no es bueno, que si te puede perjudicar". ¡Ya está bien!. Dejad que las prohibiciones y advertencias las hagan los médicos cuando estén enfermos. El cuerpo no crea ningún problema, no crea ninguna dificultad. Si con el cuerpo disfrutamos, con el cuerpo sentimos, con el cuerpo expresamos, con el cuerpo hablamos, dejad que el cuerpo hable y la forma más bonita sería dejar que el cuerpo hable en todas su manifestaciones. Insisto en que la comunicación no tiene porque ser solamente genital.. Si quiere el genital hablar, que hable, pero que sepamos que hay muchas más cosas que descubrir, muchas más partes del cuerpo que potenciar. Hay que tratar de evitar este concepto de creer que todo lo que es agradable y placentero tenga que ser forzosamente lo genital.
Otro aspecto de esta negación a formas represivas es potenciar el espíritu de compartir. Estamos castrados, prohibidos, descafeinados y tenemos mucho miedo a compartir, no sabemos compartir. No sé que tenemos que perder, tenemos miedo a que nos manipulen, a ser manejados. Nadie me va a manejar, nadie me va a manipular, nadie me va a quitar nada. Vamos a enseñar a compartir, a dar lo que tenemos, el problema grave es que no sabemos dar, porque no sabemos compartir. Más aún, no sabemos dar porque no sabemos lo que tenemos, porque no lo hemos descubierto.
Por otro lado no hay nada prohibido entre dos personas que quieran compartir. Sobre todo cuando lo que hay que compartir es ternura, es comunicación, es diálogo, es empatía, es encuentro, es ganas de sentirse placentero. Ser importante para algo y para alguien. Eso seria la ternura, la capacidad que uno tiene de ser placentero a través del otro porque el otro es muy importante para ti. Estamos llenos de prohibiciones, llenos de advertencias, de prejuicios.
El cuarto aspecto es que hay que tener deseos de saber gozar y de hacer gozar.
Después de plantear esto podríamos pasar a lo que llamaríamos las actitudes personales o los condicionantes personales. Tendríamos que decir que en este país las actitudes que nos han movido hasta 1975 se centraban en una sociedad prohibitiva en lo relacionado con el sexo. Se caracterizaban como elementos fundamentales actitudes moralistas. Los condicionantes estaban a la orden del día, no hacía falta que hubiera una policía de la formalidad, no se podía uno besar en la calle, no se podía manifestar, cualquier actitud llevaba el escándalo, se decía que la juventud no tenía respeto a nada, que en cualquier sitio se daban un beso, se agarraban.
Luego estaban también las actitudes político-económicas, religiosas, sanitarias, tabuíticas, las de la ignorancia. Para mi las más graves eran las sanitarias porque el sanitario condicionaba a nivel de salud y asociar placer con salud era algo malo. Luego quizás las religiosas porque atendían a la conciencia. Son también muy importantes los tabúes que se mantienen o se han mantenido; desde que una mujer con la regla no se puede lavar, hasta creer que en una primera relación una mujer no puede quedar embarazada. Toda esta gama de tabúes prohibitivos que no van a ningún lado y que hoy todavía siguen por ahí, han sido probablemente los responsables del concepto genérico de que la sexualidad es algo peligroso, algo que se desconoce.
Esto es así hasta 1975, en ese año muere Franco y creemos que todo el planteamiento está solucionado. En ese momento pasamos de una sociedad prohibitiva a una sociedad permisiva, algo muy característico y muy original. Por ejemplo, desde el periodo del 75 hasta el 79, hay en el mercado un montón de revistas de desnudos, videos, cine, espectáculos, etc. y se pasa de una sociedad prohibitiva en la que no se podía enseñar absolutamente nada, a una sociedad donde todo se enseña. Todo esto es un gran negocio para el poder y, por tanto, el Estado no interviene en ningún momento. El Estado tampoco invierte ni un real en la educación sexual del pueblo, algo justo puesto que de alguna forma esos ingresos y esos beneficios quedan en poder de una minoría y no de la mayoría. Pero no me quiero meter en política sino en economía, lo que a mí me interesa es resaltar las características de esta sociedad por un lado prohibitiva, puesto que no invierte ni un real del heraldo público en educación, pero por otro permisiva, porque luego permite que el juego del desnudo sea para quien quiera ser libre. Se decía, por ejemplo, "que cada una haga lo que quiera con su cuerpo", pero manteniendo las siguientes características.
Esta sociedad tan problemática la estamos viviendo sin objetivos y sin ideas, conlleva lo prohibitivo porque está innato en la propia permisividad. En principio tendríamos que analizar el espíritu reivindicativo. Es terrible ver como se está reivindicando el sexo cuando el sexo no es reivindicable porque el sexo es cada uno. En todo caso se ejerce el derecho o no se ejerce. Reivindicar el sexo es reivindicar los derechos del otro y ésto nos equivoca, nos obnuvila, no nos deja ver con claridad. Porque si yo tengo que reivindicar algo y no reivindico lo mío, porque lo mío no es reivindicable sino ejercible, lo que voy a reivindicar es lo del otro, lo de mi compañero o compañera. Creando todo ésto una situación conflictiva, yo diría abusiva muchísimas veces, coactiva, pero que en el fondo sigue manteniendo la prohibición.
También podríamos caracterizar esta sociedad permisiva como snobista, progresista con muchos miedos al ridículo, con lo cual muchas veces las cosas se hacen no porque uno quiera, sino por el qué dirán, muchas veces por inercia. No hay unos criterios claros, hay un desconocimiento absoluto del tema, se hace lo que hace la mayoría sin saber por qué, ni cómo. Quizá lo más grave de esta sociedad permisiva sería, el conflicto, la desidentidad a la que le ha llevado su ansia de libertad. Hay muchísima gente que cree que tiene que buscar los campos de satisfacción que no ha encontrado, ese liberalismo, a través de la política, el sindicato, la religión o el trabajo. Esta es una sociedad con poca expectativas que ha creído que a través del sexo iba a encontrar los campos de libertad que no ha encontrado. Hay que decir que no. La sexualidad desgraciadamente no es liberal y hay que tener altas cotas de liberación, de libertad, para poder disfrutar del sexo.
Con este abanico entraríamos en las actitudes permisivas, que insisto es lo que estamos viviendo, por eso yo diría que sigue siendo tan conflictivo, tan enigmático y de alguna manera abogando a la desidentidad sexual. ¿Qué podríamos hacer para cambiar esta situación? Yo plantearía actitudes de cultivo.
¿Qué es el cultivo? El primer aspecto importante del cultivo es aceptar que toda persona es sexuada Pero, ¿qué es ser sexuado? Ser sexuado es tener un sexo, una sexualidad y una erótica. El sexo es ese proceso que va desde el momento de la fecundación hasta que una persona se siente identificada con un colectivo social, claro, concreto y específico. La sexualidad es el modo con que yo siento mi sexo, es decir, aquella manifestación en la cual en mi hay una respuesta biológica: yo si soy mujer noto que la vagina se humedece, o bien si soy hombre noto que el pene se me pone erecto, sin que esto quiera decir que yo quiera entrar en algún tipo de juego sexual, sino que simplemente son manifestaciones por estímulos, bien externos, o bien imaginativos, que yo voy creando. Y la erótica es el gesto, la manera con que yo vivo mi sexualidad con mi sexo. Es decir, es aquella actitud en que yo quiero ser placentero y pongo los medios para serlo. Hay que decir que no existen ni películas eróticas, ni cine erótico, ni vídeo erótico, ni revistas eróticas. Existen personas eróticas y uno ejerce el derecho cuando quiere, como quiere y donde le da la gana, pero no existen elementos eróticos, la erótica somos nosotros y tenemos derecho a ejercer ese derecho por encima de todo.
Por lo tanto partimos de que todo ser humano es sexuado, esto se dice muy fácil pero la realidad es otra. De hecho, nosotros no admitimos en nuestra sociedad a los ancianos como seres sexuados. Cuántos conflictos tenemos cuando los ancianos, viudos, etc... pretenden rehacer su vida con otras personas. Somos los hijos los primeros que nos negamos, llamándoles o bien "viejos verdes" o "viejas locas" o diciéndoles "¡a estas alturas que pretendes!" o "¡parece mentira a tu edad!", de modo que no permitimos que puedan ser sexuados y el hecho de serlo lo vivimos como algo anormal, raro, extraño, ajeno a una normativa. No sólo son los ancianos, nos ocurre lo mismo con los niños. A los niños no les dejamos ni que se anden, ni que se toquen, estamos constantemente encubriéndoles, tenemos miedo a que despierten no sé qué apetitos; "no hagas esto que está el niño", "no digas esto que está el niño", como si los niños fuesen amorfos. La niña o el niño tiene derecho a vivir su sexualidad, sus etapas, sus comienzos, y nada ni nadie tiene derecho a prohibírselo. Pero los adultos nos aprovechamos del poder que tenernos para negárselo con toda naturalidad al margen de lo que quieran, de lo que deseen y de lo que puedan. Sólo los niños conforman el 25% de la población, pero además de estos grupos sociales, de niños y ancianos, hay que añadir el de las personas con discapacidad.
¿Qué hacemos los educadores, los padres, los que estamos metidos dentro del mundo de las personas con discapacidad intelectual? Les estamos castrando, les estemos impidiendo que se manifiesten tal y como ellos son. No estamos dejando que se manifiesten porque detrás de todo esto hay un fantasma llamado embarazo no deseado. No ponemos los medios para impedir el embarazo y les prohibimos toda la comunicación, toda la identidad del placer sexual.
Podríamos también añadir a los presos, minusválidos, enfermos hospitalarios, viudos y viudas, solteros y solteras, feos, feas y así llegaríamos a los casados. Recogiendo las cifras de las últimos estadísticas sabemos que, entre los 20 y los 45 años, el encuentro sexual oscila de tres veces a la semana, a una vez o dos al mes. Y a esto le llamamos ser sexuados.
Insisto, primer aspecto fundamental del cultivo, toda persona es sexuada y, por tanto, tiene derecho a ejercer la sexualidad. ¿Cual? La suya, la suya propia, la del momento. Educando para evitar todo tipo de complicación y en último extremo, en el terreno en que nosotros nos movemos, si esto puede crear problemas de embarazo en personas que no lo quieren, pongamos los medios, pero no les neguemos la capacidad de ser personas normales, naturales, sexuadas. Que cada una ejerza su sexualidad como mejor le plazca. Creo que ellos tienen todo el derecho a ser placenteros.
El segundo aspecto que habría que tener en cuenta es que el hecho de ser sexuado se tiene que promocionar, que cultivar y que potenciar. Potenciar la sexualidad es redescubrir todos los valores que la persona tiene de ser placentero. Si antes estábamos hablando de la falocracia que era hacerle creer al hombre que no hay más placer que el del pene, eso no seria potenciar. Potenciar sería hacerle saber que el pene es una zona más, que tenemos el resto del cuerpo: un oído, una vista, un tacto, un olfato. Potenciar sería aprender el campo de la caricia, saber utilizar el positivo, una frase bonita, un encuentro, un estremecimiento en un momento determinado, un poner la mano en el hombro, una caricia en la cara. No tocar una vulva o un pene como única forma de expresión, muchas veces agresivo, muchas veces malsonante. Hay que promocionar esas otras formas que no sabemos, que no cultivamos, que no nos dicen nada, pero que en el fondo son la esencia de nuestra propia dimensión sexual. Eso sería promocionar y cultivar, sería recoger, hablar, decirle, comunicar al otro lo bonito, lo agradable, lo bonito de venir a casa, el pensar que ha trabajado para mí, para que yo tenga la comida, saber agradecer esto. Saber cultivar la caricia es decir: "Esta caricia, este toque ha sido maravilloso", o pedir y decir: "me agradaría que me abrazaras", toda esta serie de cosas que se hacen repetir porque han merecido la pena, porque se ha cultivado ese detalle, esa armonía, ese encuentro importante. Muchas veces nuestros hijos con discapacidad intelectual lo hacen y nosotros los despreciamos porque nos molestan sus babas o su peso, o los llamamos zalameros o sobones. No les permitimos que cultiven esa cosa tan bonita, tan agradable que es saber que somos importantes para ellos y que nos quieren agradecer de alguna manera. El último proceso sería el potenciar esto, hay que crear lugares de encuentro donde esto se pueda dar, donde esto se pueda vivir, donde podamos activar la potenciación del encuentro. Quiero insistir diciendo que el hecho de ser sexuado, es algo más que una genitalidad.
El tercer aspecto es qué el hecho de ser sexuado hay que vivirlo sexuado y expresarlo sexuado. Vivirlo sexuado es algo que todos hacemos, si nosotros estamos aquí es señal de que nuestros padres se han vivido sexuados, pero ¿se han expresado? ¡Qué terrible esfuerzo tenemos que hacer pare imaginar a nuestros padres teniendo relaciones sexuales!. Nos podemos imaginar a cualquier otra persona teniendo relaciones sexuales menos a nuestros padres. Esto no quiere decir que no se han querido sino que no lo han mostrado. Esto no quiere decir que nosotros ahora vamos a hacer a nuestros hijos sesiones en le cama enseñándoles como mantenemos nuestras relaciones sexuales. Me estoy refiriendo a esos detalles de los que antes hablábamos, ese beso, esa caricia, ese encuentro bonito, a ese decir "¡qué gusto de estar con vosotros!". A esto llamo expresarse. Y quizá nos importen menos los prototipos de cuerpos bonitos o feos, sí me ven desnudo o vestido, en el fondo no somos mas que nosotros mismos, y creo que esta es la dimensión básica de la persona.
El hecho de ser sexuado tiene que ser algo que se tiene que promocionar, que cultivar y que potenciar. La sexualidad no se puede quedar en un campo puramente teórico. Es algo que nosotros tenemos que promocionar. Promocionar la ternura es ver que el cuerpo es placentero, pero no exclusivamente desde el genital. Yo ahí no me meto porque no está nada claro, sobre todo desde el juego del ser mujer. Pero no cabe duda que la ternura no es genital, la ternura es una frase bonita, una caricia, un tener un detalle, un tener en cuenta al otro, un pensar que somos animales sociales que dependemos de los demás. Es potenciar la capacidad de encuentro que tu cuerpo tiene en la caricia, en el encuentro serio, e insisto, la caricia no tiene necesariamente porqué ser algo genital, algo exclusivo o algo demandante, sino puramente un encuentro, una actitud, un sentirse mucho más placentero. Esto es algo que nuestros hijos tienen derecho a potenciar. Debemos enseñarles a que puedan disfrutar y gozar de su cuerpo. Desgraciadamente bastantes limitaciones tienen y nosotros no les ayudamos a potenciar ésto que les puede resultar bonito.
Quizá, el cuarto aspecto importante que todo educador tendría que tener, es que el hecho de ser sexuado es que hay que vivirse y expresarse sexuado, no vale simplemente vivirse sexuado. Nosotros tenemos conciencia clara de que nuestros padres han sido sexuados pero nosotros no los hemos vivido expresándose sexuados. La sexualidad ha sido algo prohibido, algo ajeno a nuestro propio crecer, a nuestro propio ser adulto, de tal manera que no tenemos conciencia clara del placer y toda la sensación del placer o bien la genitalizamos, o bien la desvalorizamos y no la apreciamos. Y no me meto en analizar todas las causas de nuestra propia búsqueda del placer. Con esa palabra aparentemente malsonante como es la masturbación que no es ni más ni menos que la capacidad que el individuo tiene de darse placer, y eso es un elemento valorable que nadie puede juzgar, yo soy la única persona que puede decir si está bien o está mal. Este juego creo que está muy manipulado, que no tiene nada que ver con nuestra realidad y menos con la de nuestros hijos, que es de quienes estamos aquí hablando. Si ellos utilizaran esta forma para darse placer, nosotros no somos nadie para juzgarles, porque creo que lo que importa es que busquen pautas o vías de desahogo que creo que son importantes.
Lo que quiero potenciar fundamentalmente es que no vale con vivirse, si no que hay que expresarse y hay que dejar que nuestros hijos se muestren, se manifiesten sin que esto tenga que ser lo educado, lo aprendido. Potenciar que el contexto en que se haga sea sin agresión, sin violencia, un encuentro hacia la dulzura, hacia la sensibilidad, hacia el cariño.
El quinto aspecto es tener muy claro que el hecho de ser sexuado no es una parcela sino que es una dimensión básica. No es una parcela, no es un juego de pene-vagina, es algo mucho más amplio, es toda la vida del individuo. Toda su vida está llena de ese aura que es su propia sexualidad, que es la capacidad que toda persona tiene de ser placentero y es un derecho que se tiene que ejercer por encima de todo. El ejercer este derecho no tiene que ser a costa de nadie. Esto si tiene que quedar claro, ejercer este derecho es simplemente jugar a la ternura, educar a utilizar el cuerpo a favor, no en contra. Esto es importante, por eso yo hacía al principio un análisis general de donde estamos viviendo la sexualidad, poniendo importancia en que esta sociedad es una sociedad opresora del comportamiento por hacernos creer a todo el mundo que no hay más sexualidad que la del pene-vagina, y, por tanto, entrar en el juego de la reproducción. Insisto al decir que no va por ahí nuestra idea, no es esa la idea que hay que potenciar. No es una parcela, es una dimensión totalmente básica, son muchos más elementos integrantes los que entran en la capacidad de vivirse placentero.
Y por ultimo, diría que hay que poner le sexualidad en el sitio que le corresponde, algo que todos los educadores deben de saber. Hay que conocerla, hay que estudiarla para poder educar. El problema es que es un tema que no se conoce, que no se estudia y, por tanto, que no se valora.
Hablábamos de las dificultades motoras que creo que es algo importante que hay que potenciar en ellos. ¿Cómo haríamos ese programa? El primero es un reencuentro a esta nueva sexualidad. Marcaríamos pautas, un aprender claro a valorar las cosas positivas que ellos hacen, un tener presente que ellos también hacen las cosas bien. Trabajar el positivo de ellos en lo individual. Hacer una labor de grupo en la cual se van a potenciar. Vamos a enseñarles un nuevo diálogo. Se va a hacer a través de un juego donde digan cosas que vean bonitas de los demás, desde las caras, los actos... Vamos a valorar aquellas cosas que hacen en grupo, en principio verbalmente. Vamos a utilizar la verbalización para empezar a entender el nuevo diálogo, el diálogo de la ternura, de la caricia. Vamos a enseñar la caricia verbal. Utilizar el positivo, el suyo y el nuestro.
Primer plano, primer programa serio en la educación, el encuentro con la dimensión de la caricia verbal. Trabajar el positivo, arrancar de cuajo todo ese código negativo, agresivo, que desgraciadamente lo viven con mucha más fuerza que el resto de las personas debido a la televisión, a las películas, por su propia marginación, una sociedad agresiva para ellos. Algo que tenia que ser ternura para ellos se convierte en desprecio, en marginación, en indiferencia. No os estoy diciendo que vosotros, los padres, lo hagáis. No os estoy diciendo a vosotros los educadores que lo hagáis, aunque a veces todos tenemos la sensación de que somos muy duros con ellos, o que somos muy incomprensivos, o que estamos cansados. No hablo de esa agresividad. Ojalá entraríamos todos en los campos de la ternura, y no en la agresividad y la mala leche. Hablo al colectivo social, desde no integrarlos en los juegos, desde esa, yo diría, falacia de integración en la escuela donde se les íntegra aparentemente a ser más marginados, a tener más clara la marginación, por no plantear seriamente una educación co-grupal. Esta educación llevaría a que no se sintieran tan marginados, tan diferentes, sino más bien integrados. Desgraciadamente la integración es en aras a un nivel económico, no en aras a mejorar la calidad de vida, es meterlos en un elemento competitivo donde nunca se van a poder sentir adultos ni van a poder crecer. Lo que a nosotros realmente nos importa es, como primer elemento, aprender la caricia verbal.
Como segundo elemento, mantener el trabajo del positivo, el conocimiento y reconocimiento del cuerpo. Saber jugar con las manos, jugar con la cara, jugar con el cuerpo del otro, y vuelvo a repetir, olvidaros de los genitales. Es un encuentro no agresivo, no tocarse porque no, sino porque sí. No vivirse el cuerpo con culpas, sino vivir el cuerpo con gracia, con salero, con comunicación. Un descubrimiento del cuerpo, del suyo propio y del de al lado. Esto es importante incluso en la vía de la comunicación, los que tienen dificultades de tipo motriz, para ponerse un calzoncillo, o una braga, o sin sujetador, o un pantalón, o una falda... un reconocimiento de su cuerpo, saber tocar su cuerpo sin prejuicios, sin miedo. No transmitir los miedos genitales, porque luego, cuando de alguna forma quieren jugar a adulto, a ser placenteros, juegan al modelo reproductor porque no conocen otro. Si conocieran la caricia, la ternura, el juego bonito de un abrazo, de las manos, de un tenerse cerca, posiblemente lo genital quedaría en un segundo plano, porque no está muy claro que esto sea una respuesta tan biológica como nos dicen.
Otro elemento importante, el reconocimiento de su propia autoestima Hacer juegos donde ellos obtengan resultados siempre positivos Vehiculizarles técnicas de aprendizaje en función a su capacidad y no en función de lo que un centro, una escuela, o una familia tenga. No se le puede poner a hacer un puzzle de tres mil piezas sí no tiene movilidad mecánica suficiente. No se le puede poner sí su capacidad de crear una imagen, de crear algo nuevo no se lo permite. Pero hagamos cosas que si se lo permitan, aquí es donde tienen que estar los especialistas y esto también es sexualidad. Que ellos obtengan de los juegos resultados positivos para sí mismos. Que crean que determinadas cosas pueden hacerse. El problema es que muchas veces no son tan tontos como creemos, por suerte, son muchos más listos y, desgraciadamente, les hacemos más tontos de lo que en realidad son, si lo son en algún momento. Uso esta expresión porque no sé exactamente cuál es la palabra que debería utilizar, pero creo que me entendéis. Y muchas veces se les pone cotas muy altas o muy bajas, permitiendo muchas veces actitudes de vago. Este sentido protector que en muchas ocasiones tenemos los educadores y los padres con ellos habría que cambiarlo. No hay por qué ser protector, la ternura no esta exenta de tener que ser duro cuando se quiere escaquear o no quiere ser responsable en cosas que puede serlo.
Potenciar su autoestima, que sean lo más independientes para que esta comunicación sea potencial y hacer elementos programáticos educativos, quiero decir que hay que dedicar un tiempo a que jueguen, a conocer sus cuerpos, a sentirse, a potenciarse. Aquí metería formas de integración sexual, creo que habría que utilizar medios para que estas personas pudieran vivir su propia sexualidad. Si desgraciadamente estamos en un modelo reproductor tienen derecho a vivirse, incluso genitalmente. Y habrá que poner medios, usar desde elementos irreversibles, desde una ligadura de trompas o una vasectomía, o utilizar la silicona en trompas en la mujer. No es ningún problema, no es muy complicado y creo que deberíamos reivindicar que ésta se pudiera hacer por la Seguridad Social, en cuanto que hay una discapacidad clara, sin que tenga que ser costoso para los padres.
Hay que facilitar lugares de encuentro donde puedan hacer lo que quieran. Esto es algo que padres y educadores nos tenemos que plantear muy en serio. Ellos tienen derecho a vivir esa parte, que es lo más normal. Nosotros queremos que nuestros hijos sean normales y en algo que pueden serlo se lo prohibimos en aras a algo que no tiene nada que ver, que es la reproducción. Se puede ser placentero sin tener que entrar en el juego de la reproducción. "Que mi hijo o mí hija quiere estar una tarde entera con el amigo o amiga del taller a de la escuela, o simplemente porque están jugando, en juegos donde se puedan tocar..." Creo que tenemos que ser lo suficientemente honrados y decir: "si yo quiero y tengo derecho y es muy dura para mí la soledad, con mayor motivo lo es para mí hijo, ya que él no puede, y si tiene dificultades se lo voy a facilitar". Creo que cargarse de ese cinismo social, falsa religiosidad; pretender juzgar con conceptos de moral, pecado, bien, mal, en personas cuyas dificultades de comunicación son grandes es poco ético, poco serio y poco honrado. Ellos tienen derecho a disfrutar de esas pocas capacidades que Dios les ha dado, sí el concepto de Dios cabe aquí, para poder utilizar su cuerpo con plenitud, grandeza, con soberanía. Tienen todo el derecho a disfrutar de esa parte de normalidad ya que bastantes dificultades de normalidad tienen en otra serie de cosas. Tenemos que tocar el tema con seriedad. En Europa hay encuentros de éste tipo y aquí habría que potenciarlo en todos los centros de recuperación.
Otro factor importante son las pautas de comportamiento de los educadores. Los educadores y padres, por nuestro miedo al tema, no lo tenemos nada claro. A nosotros también nos aterroriza ya que tenemos muchas más actitudes prohibitivas que de cultivo. Estamos, de alguna forma, condicionándolos a modelos que ellos en ningún momento se lo han planteado. Muchas veces, nosotros les llevamos a que ellos tengan comportamientos genitales, porque de los que les estamos advirtiendo no es de que no sean tiernos, sino de "a ver qué vas a hacer, eso es peligroso porque luego te pueden ocurrir cosas...". Estamos creando tragedia en algo que no tiene porqué ser trágico.
¿Qué pautas de comportamiento reales tenemos que tener los educadores? Primero, entrar nosotros en el juego del cultivo. Darles cariño, darles ternura, besarlos, tocarlos, abrazarlos, reforzarlos, hacerles ver que les queremos, y que eso no tiene nada que ver con sus genitales, tanto a un hijo, hija como al grupo que se está educando, como a los demás... que es muy bonito estar con ellos... que también cuando cansan, cansan; que no hay por qué negar la realidad evidente, pero no reducir esa realidad evidente a todo el contexto de la vida. Estas son las pautas del comportamiento de los educadores: lo primero, potenciar el encuentro, reforzarlos en su actitud, hacerlos importantes para ellos y para nosotros que es otro de los elementos que hay que tener en cuenta. Esto yo lo haría con elemento evaluativos, analizando qué actitudes queremos potenciar desde un principio, ir viendo cada vez qué pautas de comportamiento se están dando entre ellos, que tipo de agresividad van eliminando. Parte de la agresividad, parte de esa tristeza, parte de esa deficiencia necesaria de arropo se podría solucionar sin tener que recurrir a tomar pastillas tranquilizantes. Esta es un arma que tienen ellos en su mano.
¿Qué pautas de comportamiento hay que tener con ellos y qué es lo que hay que hacer con ellos en casa? Primero, no prohibirles que se toquen, que no nos dé vergüenza si están en el sofá jugando con sus genitales. Si eso a ellos les da placer, de la misma forma que sabemos que les gusta una tarta de manzana y el día de su cumpleaños se la compramos, de la misma forma hay que aceptarlo, aquí hay que ser igual al darles lo que les gusta. No crea ningún problema, si la gente de fuera les ve y les molesta, pues allá ellos. Es mi hijo y por encima de todo yo le respeto. Se les puede perfectamente enseñar sus pautas de encuentro. Con sus amigos o amigas tienen derecho a tener su intimidad, tienen derecho a saberse mostrar tiernos. Ocurre que las muestras afectivas a nosotros nos molestan y no se las dejamos tener. Cuando vienen dos amigos o amigas a ver la tele y se tumban en el sofá y se están besando, a eso no hay que tenerle ningún miedo. Yo creo que hay que potenciar este tipo de actitudes que creo son las más importantes y las más creativas porque entiendo que, de alguna manera, esto es lo que ellos tienen y aquí es donde ellos son normales. Si el modelo reproductor es el juego, habría que poner medios, pero no creo que haya que prohibirles cosas.
¿Qué pasos y dinámicas hay que hacer en la educación con ellos en grupo? Habría que hablar de muchos juegos, todo juego que ayude a que ellos se toquen, a que se comuniquen, a evaluar su cuerpo. Juegos de expresión corporal, juegos de encuentro, juegos de divertimento, desde jugar o cogerse, al reconocimiento de la cara, a jugar a expresiones varias, de representación del cuerpo, o hacer figuras de molde, o hacer esculturas, a mantener la estética... Creo que todos estos juegos ayudan, como ayudan los juegos grupales donde se trabaje el positivo. Aquellos donde se refuercen, desde jugar a hacer gestos con las manos... teniendo en cuenta lo que puedan hacer. No podemos poner a un paralítico cerebral a representar una película, pero igual se le puede poner a hacer de figura donde se le puede tocar, a vivir como se juega la ternura, como se vive uno durmiendo, acurrucado. Una serie de formas, de figuras, de expresión, de comunicación... a jugar a animales, las formas en que los animales se ponen cuando se encuentran con otros, etc. Toda esa serie de cosas que potencian la movilidad y el encuentro de sus cuerpos, factores importantes a tener en cuenta. Potenciar la movilidad junto a elementos de quitar miedos o que ayuden a disfrutar de su cuerpo y a comunicar la ternura como base fundamental. A veces da pena ver como tienen miedo a tocarse o como potencian los roles de la calle, los cuales no les benefician en absoluto.
Hay que señalar que la higiene es exactamente igual, es decir, la chica tiene la regla y por eso creo que hay que desmitificar todos los problemas. Tiene la regla como todo el mundo y eso no quiere decir que no pueda comer helado o que no pueda ducharse. La higiene es un factor fundamental para todas y sería interesante quitar todos estos miedos de la calle.
Carlos Menéndez
Transcripción de la charla ofrecida en el edificio de "La Bolsa" (Bilbao) en Diciembre de 1990.
Boletín de Información Sustraia nº 5 (pag. 7-16) Abril de 2002. Edita: Asociación Sexológica SUSTRAIA. Asociación para el fomento de la educación, terapia e investigación sexológica
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