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Los observaba, allí, dos cuerpos pequeños jugando en la orilla del mar. Uno empujaba al otro, el otro se sumergía y volvía a salir bañado en agua salada. Se salpicaban, reían, y solo en algunos momentos, miraban hacia atrás, buscándome. Buscaban mi mirada,
Suenan las sirenas, sin tiempo a refugiarse,
sin lugar donde esconderse.
Las bombas siguen cayendo sin ninguna compasión.
Da lo mismo el objetivo... Hombres, mujeres y niños,
a toda la población, y en la tierra ni una flor.
Hay un lugar donde no hay flores. Donde no crece la hierba.
Hay un lugar donde asesinan a niños que se quedan huérfanos de juegos y escuela.
Con sus cámaras colgadas solo quieren informar
lo que ocurre en Palestina,
lo que ocurre de verdad.