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Ellos, los genocidas
Siguen con sus bombas
destruyendo más y más,
dejando las calles desiertas,
despojándolos de su hogar,
Abro las ventanas de par en par.
Un rayo de sol ilumina toda mi alma.
Los niños y niñas juegan, bailan en dulces danzas,
Gaza…
Tan solo sentir tu nombre, nos parte toda el alma.
Tu tierra destruida, tu gente destrozada.
Los observaba, allí, dos cuerpos pequeños jugando en la orilla del mar. Uno empujaba al otro, el otro se sumergía y volvía a salir bañado en agua salada. Se salpicaban, reían, y solo en algunos momentos, miraban hacia atrás, buscándome. Buscaban mi mirada,
Suenan las sirenas, sin tiempo a refugiarse,
sin lugar donde esconderse.
Las bombas siguen cayendo sin ninguna compasión.
Da lo mismo el objetivo... Hombres, mujeres y niños,
a toda la población, y en la tierra ni una flor.