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Recuerdo que cuando era pequeño comía también gominolas, sí, pero de higos a brevas... eran algo especial para mí (como supongo que para la mayoría de los niños y niñas de entonces) y, en cada ocasión, no comía más de 4 ó 5 (ositos sobre todo).
Pero desde hace menos de 10 años hasta nuestros días asisto atónito a "espectáculos" de niños que, desde los 2 años (o menos) se atiborran de estas "chuches" en cualquier ocasión: cumples, parques, fiestas o cualquier tipo de evento o, incluso, como premio a un "buen comportamiento" (entiéndase "quedarse calladito/quietecito durante un rato considerable").
En el vídeo que acompaña este artículo podéis ver cómo raspan la piel del cerdo para producir las "ansiadas" gominolas. Creo que sería interesante difundirlo y, sobre todo, enseñárselo a nuestros hijos para que sepan qué es lo que comen (sobre todo para "desengancharlos").
Aún así, algunos les seguimos diciendo a nuestros hijos que "no se coman la comida que se les ha caído al suelo", "que está sucia", "¡caca!".
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